En nuestro día a día, nos podemos enfrentar a situaciones y contextos en los que nuestra salud bucodental y, por ende, nuestra salud general, se puede ver seriamente afectada.

La mayoría son situaciones cotidianas que tenemos más o menos controladas pero eso no quita que, por el hecho de ser situaciones familiares a las que estamos perfectamente acostumbrados, no tomemos una serie de medidas para evitar que influyan negativamente sobre nuestra salud.

Precisamente, el mayor peligro de este tipo de situaciones y actividades es que nos acostumbremos a ellas y las transformemos en un hábito malsano que nos puede traer consecuencias nefastas, perjudicando seriamente nuestra calidad de vida.

Hablamos de mantener una higiene bucodental incorrecta, es decir, no limpiarnos los dientes, la lengua, las encías y el paladar de manera adecuada después de cada comida importante. Sin olvidarnos de utilizar colutorios de vez en cuando y, sobre todo, de emplear el denominado hilo dental, tan importante para limpiar los espacios entre diente y diente.

No seguir una alimentación adecuada es también un factor de riesgo a la hora de poner en riesgo nuestra salud. Si nos centramos en todo lo que tiene que ver con salud oral y bucodental, habría que hacer especial hincapié en evitar o, al menos, reducir al mínimo posible los alimentos azucarados y aquellos que incluyan demasiados carbohidratos simples, ya que estos azucares, al descomponerse en nuestro organismo, debilitan nuestra dentadura y nos provocan toda clase de problemas.

Mucho cuidado también con ciertos medicamentos que tomamos “a la ligera” para tratar otras patologías y enfermedades. Los medicamentos no son un alimento más que podamos ingerir cuando queramos, hay que tomarlos con mucha precaución y siempre bajo la prescripción y supervisión de un experto ya que su uso continuado, o fuera de contexto, puede generar ciertos efectos secundarios que perjudiquen tanto nuestra salud bucodental como general.

Por supuesto, es imprescindible erradicar de nuestra vida los hábitos nocivos que suponen el hecho de ingerir alcohol, sobre todo en grandes cantidades y/o de manera habitual, así como consumir tabaco u otro tipo de drogas y sustancias estupefacientes, legales o ilegales.

Padecer alguna de las denominadas enfermedades “sistémicas” también puede influir negativamente sobre nuestra salud bucodental. Hablamos de diabetes, hipertensión, depresión, etcétera. En este sentido, es esencial que tengamos bien controladas este tipo de enfermedades mediante la supervisión de la enfermedad y sus consecuencias por parte de un experto.

Sufrir una cierta incapacidad física o mental también afecta a nuestra salud general y, por lo tanto, a nuestra salud bucodental. En este sentido, es importante que realicemos ejercicio físico diario de manera habitual y que tratemos de ejercitar también nuestro cerebro con ejercicios matemáticos, “pasatiempos” y todo tipo de desafíos mentales.

Por último, pero no por ello menos importante, tenemos la falta o escasez de revisiones odontológicas anuales como causa detrás de la que se esconden muchos problemas de salud bucodental. No nos cansamos de insistir en la importancia de acudir a nuestro dentista de confianza periódicamente para que nos revise la dentadura y la boca en general, detectando a tiempo cualquier indicio de enfermedad o trastorno de la salud y previniendo problemas aún mayores.

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